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lunes, 10 de diciembre de 2012

El Manto acolchado.

Cada día que amanece taciturno el manto acolchado
pienso que desvanece la rojez del palpitar cegador
de esa cortina de humo del paladar tenue y escarchado
que ensalza la brisa de un olor circense y acogedor

variopintas las dudas que acechan las miradas vagas
son sin querer las más dulces y tiernas caricias
sin saber que el tendero recoge palíndromos si te vas y no pagas
y haciendo castillos con las verdes y ensanchadas malicias

con el amor degollado y hundido en su propio pavor
las dulcineas pasean rudas por las plazas del averno
con liga quebrada y algo de deseo pero con cierto pudor
recogen semillas para germinar su soledad de invierno

numeroso es el gentío que aflige severas reprimendas
a esos sordos que pasean por las cuerdas mas flojas
si saber que las caídas bajas son y serán tremendas
y que de red no tendrán esponjas mojadas sino hojas

cuando grita el mudo corre el sordo despavorido
salta el cojo y hace palmas el manco sin despertar
y al ver que nada entienden sudan fríos y doloridos
y acechan la vivencia que un día les hizo desvelar.