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miércoles, 22 de diciembre de 2010

Partida.

Si la noche recorre el parpado de mi miedo,
tantas voces agonicas parten de mi ira
que ya no camino,
si no dedico un tiempo
tiempo que he perdido,
sin decirte cariño que no tengo frio.

Que cuando yo falte nada se habrá terminado,
que como mota de polvo vuelo en el aire,
que ya ves que estoy complejo
no veo las cosas como tu crees.

Que no manejo mi barca,
y a la deriva

Todo es belleza, nada importa por que no llega
y si vuelvo algún día espero no estés,
de donde fue mi partida.

No pienso escribir a los personajes de mi vida
solo merecen lo me suceda a mi
en tanto viaje subterráneo.

Y ya lentamente solo queda mi cosmos
un punto en la distancia
que se apaga poco a poco.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Negra rosa.

En mi jardín brilla una rosa
Negra como la luz más clara
De entre todas la más hermosa
Y de ellas la menos rara

Con olor a melocotón
Mi rosa negra florece
La cuido con mimo y pasión
Por que a mi corazón pertenece

Rosa negra y brillante
Hermosa como ninguna
Vive oscura y radiante
Entre el sol y la luna

Mi rosa carece de espinas
Ni el invierno la marchita
Entre las demás no desafina
Siendo ella la más bonita

Rosa negra como el carbón
Esplendorosa en mi jardín
Con olor a melocotón
Y con vida sin fin

Las mañanas pierdo cuidando
La flor más hermosa
Las tardes pierdo contemplando
La luz de mi negra rosa

jueves, 9 de diciembre de 2010

Comienzo del viaje.

Balbuceantes lenguas viperinas
Se enroscan por mis piernas
Sarnosas y decrepitas, muertas.

Guillotinescos latigazos pueriles
Fustigan mi desquebrajada espalda
Sangrante y encarnizada.

Mis manos deshuesadas
Emanan susurrantes temblores
Símbolo del poluto dolor.

Son mis pies los mutilados
Amoratados por el caminar.

Comienza mi partida.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Castigo.

Envejezco y mis ilusiones van cediendo
No me atraen las cosas naturales
Cada día mi voracidad voy perdiendo
Ya hasta odio las cosas más banales

Arropado en el más agónico oscurantismo
Veo como pasa mi vida en un segundo
Sumergido en ese puto ostracismo
Veo como poco a poco mas me hundo

No permito las palabras ni los consejos
Las caricias encabritan mi esperanza
Me ahogo en un mar de mil espejos
Odio mi muerte áspera y su tardanza

Pierdo seres que me han querido
Los dejo sin decir lo que les digo
Me voy sin que sepan que he perdido
Voy directo hacia mi merecido castigo

Recuerdo de un pueblo.

Donde guardo los recuerdos
Que ansiaba no perder
Donde los sentimientos
Que siempre jure no ceder

Donde están esas imágenes
Que en mi cerebro enmarque
Donde los momentos
En los que siempre quede

¿Cuando me volví huraño
Sin ser mi propio juez?
Cuando perdí el sentido
Sin darme cuenta de una vez

Os busco y estáis lejos de aquí
Ya casi no os puedo ver
Alzo mi voz gritando venid a mi
Y en el intento se escapa mi ser

Amigos ayudadme a saber quien soy
No dejarme que me pierda
Guiarme por el camino que voy
Hasta llegar a Fuente de Piedra

Caotico.

Deambule por el olvido
Ciego de sentimiento
Estando sediento
Ande por lo prohibido
No llegue a mi destino
Perdí mi sino
Y no estuve desinhibido
Cierto fue lo que no vi
Cierto lo que viví
Pero me conforme
No pedí perdón
Por perder el corazón
Y no me reforme
Sabiendo lo que no se
Muriéndome de sed
Nunca me forme
En dioses no creí
Pero así no crecí
Cambie con los años
Que no me querían cambiar
Que los pude acabar
Con penas y daños
Nunca pude recitar
Lo que pude escribir
De lo que no supe reír
Y lo que no pude odiar
Y a mi corta edad
Sigo si pensar
Sigo sin olvidar
Que no tuve felicidad

Regrese.

Regrese, a mi pasado dorado
A mi adolescencia tirana
A mi futuro soñado
A mi vida pagana

Recordé, los días brillantes
Las noches sin abrigos
Los mil y un diamantes
Que son mis amigos

Añore, paseos nocturnos
Charlas en las madrugadas
Colores taciturnos
Y esas calles doradas

Y deseé, coger la maleta
Tirar mi pasado cercano
Girar como una veleta
Hacia donde casi fui hermano

Pensé, en destrozar el presente
Forjar un nuevo futuro
Mirando a los ojos de la gente
Para allí ser un poco mas duro

Y desperté, siendo cobarde
Estando encerrado
Viendo como mi vida arde
Mientras sigo arrodillado

sábado, 27 de noviembre de 2010

Quiero morir...

Quiero morir matando
Ya no puedo verlo
Quiero morir vengando
No se como hacerlo

Quiero morir corriendo
Hasta caer en el pozo
Quiero morir bebiendo
Hasta ahogar su gozo

Quiero morir gritando
Que no lo he conocido
Quiero morir soñando
Que esto no lo he vivido

Quiero morir riendo
Por haberlo destrozado
Quiero morir viviendo
Y mi placer haber alcanzado

Quiero morir pensando
Que esta mierda ha terminado
Quiero morir andando
Por un nuevo trazado

Quiero morir diciendo
Que esto no es un invento
Quiero morir escribiendo
Todo lo que siento

Quiero morir cavando
La tumba que me espera
Quiero morir disfrutando
De la muerte de esa quimera.

Te pido perdon.

Te pido perdón
Por hacerte sufrir
Te pido perdón
Por no hacerte reír

Te pido perdón
Por no ayudarme
Te pido perdón
Por descuidarme

Te pido perdón
Por no dejarte dormir
Te pido perdón
Por no saber elegir

Te pido perdón
Por ahogarme
Te pido perdón
Por desahuciarme

Te pido perdón
Por no cambiar
Te pido perdón
Por desvariar

Te pido perdón
Por todo lo que he hecho
Te pido perdón
Por no tener ya un techo

Te pido perdón
Por irme a la mierda
Te pido perdón
Por mi mente tan lerda

Te pido perdón
Uno y mil perdones
Te pido perdón
Por no tener dos cojones

Te pido perdón
Por odiarme
Te pido perdón
Perdón, perdón, perdón

Triste atardecer.

Cada día a la llegada del orto
Cuando los pájaros van a dormir
Cuando el día se queda corto
Llega la hora de mi sufrir

La noche arroja su oscuridad
Para aterrarme hoy
Desquicia la claridad
Por no ser el hombre que soy

La luna huye despavorida
Yo inmóvil veo su sombra
Escondida y dolorida
Pero al orto nada le asombra

Las estrellas danzan mudas
Devaneantes y lagrimosas
Incandescentes y rudas
Oscuras y poco hermosas

El orto quiere hacerme soñar
Macabros sueños guillotinescos
Mis dulces sueños desea borrar
Para hacerlos grotescos

Sueños que padezco
Que me dejan seco
Con los que no crezco
Y me atrapan en el hueco

viernes, 26 de noviembre de 2010

«La felicidad depende más de las relaciones interpersonales que del dinero o la salud»

No es fácil definir la felicidad, pero el divulgador científico Eduardo Punset lo tiene claro: «La felicidad es la ausencia de miedo». Y añade: «Es una emoción transitoria, efímera». Asegura que más que la salud o el dinero, depende de las relaciones interpersonales y que está «relacionado con comprometerse, dedicarse y concentrar todos los sentidos en las tareas» que a uno le resultan de su agrado.
La felicidad es una emoción básica universal y, como todas las emociones, es transitoria, efímera». Así de contundente se muestra el divulgador científico y economista Eduardo Punset, que define la felicidad como «ausencia de miedo».
Punset, que ofreció una rueda de prensa adelantando el contenido de la conferencia “La felicidad en el siglo XXI: Naturaleza, Mega-Ciudades y el Hombre”, que cerró ayer en Chillida-Leku el programa de actos de las Jornadas de Naturaleza organizadas por Naturgintza, apunta que las personas necesitan cierta ansiedad para ponerse en estado de alerta y poder así concentrar sus esfuerzos en las tareas que realizan. «Pero una cosa es esta ansiedad y otra, el miedo, el pánico que corroe las vísceras y los órganos cerebrales».
Asegura que la felicidad depende de factores externos y no precisamente de aquellos a los que se alude generalmente. «El dinero es equivalente a la felicidad cuando uno vive por debajo del nivel de supervivencia, pero por encima de este nivel no está probado en absoluto que existe una relación directa entre niveles de renta y felicidad». Incluso, según Punset, la salud «no tiene la importancia que tienen otros factores externos como el de las relaciones interpersonales».
Las reflexiones de Punset resultan interesantes, pero ante una persona que ha estudiado tan a fondo la felicidad, al oyente le comienzan a retumbar algunas preguntas en su mente: ¿Se puede ser feliz? ¿Cuál es la receta?...
Según apunta Punset, se puede ser feliz, pero no durante todo el tiempo. En lo que a las recetas se refiere, asegura que la primera condición para ser feliz es «querer serlo». Afirma que «la felicidad tiene que ver con el compromiso, con la dedicación y con la concentración de todos los sentidos en una tarea concreta que sea del agrado de la persona».
Capacidad para ser infelices
Sin embargo, asegura que en su opinión y observando el comportamiento de la gente, «parece que las personas tienen una gran capacidad para hacerse infelices». Por ello, subraya que resultan muy curiosos los resultados de la encuestas en las que «a la pregunta de si eres feliz, un 70% asegura que lo es».
Considera Punset que uno de los errores de la especie humana es que, al contrario del resto de animales, desprecia el proceso de búsqueda de la felicidad. Se empeña sólo en el logro y, además, una vez lograda la recompensa, termina desengañándose.
Punset dedica también su atención al aumento de la esperanza de vida, que, según apunta, está relacionado con la felicidad. «Es la primera vez en la historia en que la humanidad tiene futuro» y, precisamente, por ello «hay problemas de mantenimiento y se ha planteado la necesidad de ser feliz».
Según asegura el escritor, a nivel biológico el sistema inmunológico de las personas «estaba ideado para cuando las personas vivían entre 30 ó 40 años y, por ello, ahora con la aparición de enfermedades degenerativas, tales como el Alzheimer, el sistema inmunológico no responde».
Además, considera necesario cambiar el modo de gestionar los recursos disponibles. «Hemos invertido mucho en la reproducción de la especie, en llenar las calles de las ciudades de cemento, de grúas y de coches... Es decir, en inversiones ingentes.» Hoy en día, cree necesario que los recursos se deriven, en gran parte, a las industrias que tienen que ver con el mantenimiento. Y es que, en su opinión, «si la gente hoy no es lo feliz que pudiera ser, en gran parte se debe al déficit de mantenimiento del nivel biológico y al déficit de servicios de mantenimiento».
Punset hace hincapié también en la necesidad de preservar el medio ambiente, «porque ello también tiene mucha importancia a la hora de lograr la felicidad».
De cara a lograr un mayor nivel de felicidad, también es necesario ser conocedores de las emociones personales. «En este momento está consensuado que podemos mejorar la gestión de nuestras emociones. Hay un cuerpo doctrinal y descubrimientos sicoterapéuticos y, sobre todo sicológicos, que permiten gestionar mejor las emociones, lo que en primer lugar implica conocerlas».
Y es que, en su opinión, no puede ser que un niño o niña vaya a vivir 100 años y que nadie le haya explicado nada sobre la emoción, el miedo, el pánico». Por ello, Punset conside- ra imprescindible, enseñar, sobre todo a los menores, lo que los académicos llaman lecciones de competencia emocional. Y para ello, serán imprescindibles las recientes aportaciones de la ciencia. «El mundo científico no había entrado hasta hace pocos años a estudiar el campo de las emociones, porque no tenía cómo medirlas y, por lo tanto, el método científico no era aplicable». Pero hoy en día, «gracias a la posibilidad de calcular los flujos hormonales y emocionales», la ciencia ha podido entrar, y lo ha hecho de lleno. Al fin y al cabo, no se trata de una cuestión menor, está en juego el ser feliz o no. -

jueves, 25 de noviembre de 2010

Vagando.

Destello innombrable
En el jardín de mis rencillas
Tejiendo la telas
De mis sueños imborrables
Escucho susurros
De mudos chasquidos
Que mecen mi cuna
Y la de mi destino.

Aprieto los dientes
Y recuerdo mis sueños
Algo me dicen
Y no los descifro

Coartado el silencio
Rompe en llanto
Del desierto de coral
Que en cristal se queda
Hasta ver que nada
Produce ceguera

El aullido del viento
Emana del vacío
Y las luces gentiles
Abrasan el estío

Carne de mi carne
Es lo que dicen mis sueños
Sangre de mi sangre
Rezan las letanías
De arpías deslenguadas
Que invaden mi mente
Cada vez que inundo mi pecho

Atruena mi decadencia
Por desatada indecencia
Que oprime mis sentidos
Varados en los limos
Regados con paciencia

Vagando por agua helada
Con su tierno retoño en brazos
Cuando el destino le embarga
Se da cuenta que algo le falta
La vida del cordero
Se quedo estancada
En esa incandescente agua helada.

Vida perdida.

Desdibujada mi sonrisa
Hoy opaca mi mirada
Entiendo que no hay prisa
Que mi vida esta acabada

El llanto de mi tristeza
Agoniza mi pesadumbre
Acaba con mi entereza
Mientras ardo en la lumbre

Lumbre en vil mente creada
Por mi ser ya desbordado
Que deja mi mente helada
Y mi corazón derrotado

Negros sentidos tiernos
Que buscan solo muerte
Para acabar en los infiernos
Rogando buena suerte

Fracasada mi vida
Renuncie a ver claridad
Cuando di por pérdida
Mi débil serenidad

lunes, 22 de noviembre de 2010

Cinco cuentos cortos (Franz Kafka)

UN MENSAJE IMPERIAL
El Emperador, tal va una parábola, os ha mandado, humilde sujeto, quien sóis la insignificante sombra arrinconándose en la más recóndita distancia del sol imperial, un mensaje; el Emperador desde su lecho de muerte os ha mandado un mensaje para vos únicamente. Ha comandado al mensajero a arrodillarse junto a la cama, y ha susurrado el mensaje; ha puesto tanta importancia al mensaje, que ha ordenado al mensajero se lo repita en el oído. Luego, con un movimiento de cabeza, ha confirmado estar correcto. Sí, ante los congregados espectadores de su muerte -toda pared obstructora ha sido tumbada, y en las espaciosas y colosalmente altas escaleras están en un círculo los grandes príncipes del Imperio- ante todos ellos, él ha mandado su mensaje. El mensajero inmediatamente embarca su viaje; un poderoso, infatigable hombre; ahora empujando con su brazo diestro, ahora con el siniestro, taja un camino al través de la multitud; si encuentra resistencia, apunta a su pecho, donde el símbolo del sol repica de luz; al contrario de otro hombre cualquiera, su camino así se le facilita. Mas las multitudes son tan vastas; sus números no tienen fin. Si tan sólo pudiera alcanzar los amplios campos, cuán rápido él volaría, y pronto, sin duda alguna, escucharías el bienvenido martilleo de sus puños en tu puerta.
Pero, en vez, cómo vanamente gasta sus fuerzas; aún todavía traza su camino tras las cámaras del profundo interior del palacio; nunca llegará al final de ellas; y si lo lograra, nada se lograría en ello; él debe, tras aquello, luchar durante su camino hacia abajo por las escaleras; y si lo lograra, nada se lograría en ello; todavía tiene que cruzar las cortes; y tras las cortes, el segundo palacio externo; y una vez más, más escaleras y cortes; y de nuevo otro palacio; y así por miles de años; y por si al fin llegara a lanzarse afuera, tras la última puerta del último palacio -pero nunca, nunca podría llegar eso a suceder-, la capital imperial, centro del mundo, caería ante él, apretada a explotar con sus propios sedimientos. Nadie podría luchar y salir de ahí, ni siquiera con el mensaje de un hombre muerto. Mas os sentáis tras la ventana, al caer la noche, y os lo imagináis, en sueños.

EL ZOPILOTE
Un zopilote estaba mordizqueándome los pies. Ya había despedazado mis botas y calcetas, y ahora ya estaba mordiendo mis propios pies. Una y otra vez les daba un mordizco, luego me rondaba varias veces, sin cesar, para después volver a continuar con su trabajo. Un caballero, de repente, pasó, echó un vistazo, y luego me preguntó por qué sufría al zopilote.
"Estoy perdido", le dije. Cuando vino y comenzó a atacarme, yo por supuesto traté de hacer que se fuera, hasta traté de estrangularlo, pero estos animales son muy fuertes... estuvo a punto de echarse a mi cara, mas preferí sacrificar mis pies. Ahora estan casi deshechos". "¡Véte tú a saber, dejándote torturar de esta manera!", me dijo el caballero. "Un tiro, y te echas al zopilote." "¿En serio?", dije. "¿Y usted me haría el favor?" "Con gusto," dijo el caballero, " sólo tengo que ir a casa e ir por mi pistola. ¿Se podría usted esperar otra media hora?" "Quién sabe", le dije, y me estuve por un momento, tieso de dolor. Entonces le dije: "Sin embargo, vaya a ver si puede... por favor". "Muy bien", dijo el caballero, "trataré de hacerlo lo más pronto que pueda". Durante la conversación, el zopilote había estado tranquilamente escuchando, girando su ojo lentamente entre mí y el caballero. Ahora me había dado cuenta que había estado entendiéndolo todo; alzó ala, se hizo hacia atrás, para agarrar vuelo, y luego, como un jabalinista, lanzó su pico por mi boca, muy dentro de mí. Cayendo hacia atrás, me alivió el sentirle ahogarse irretrocediblemente en mi sangre, la cual estaba llenando cada uno de mis huecos, inundando cada una de mis costas.

UNA PEQUEÑA FABULA
"Ay", dijo el ratón, "el mundo se está haciendo más chiquito cada día. Al principio era tan grande que yo tenía miedo, corría y corría, y me alegraba cuando al fin veía paredes a lo lejos a diestra y siniestra, pero estas largas paredes se han achicado tanto que ya estoy en la última cámara, y ahí en la esquina está la trampa a la cual yo debo caer".
"Sólamente tienes que cambiar tu dirección", dijo el gato, y se lo comió.

LA PARTIDA
Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fuí al establo yo mismo, le puse silla a mi caballo, y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta, y le pregunté al sirviente qué significaba. El no sabía nada, y escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó: "¿A dónde va el patrón?" "No lo sé", le dije, "simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta". "¿Así que usted conoce su meta?", preguntó. "Sí", repliqué, "te lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta".

EL PASEO REPENTINO
Cuando por la noche uno parece haberse decidido terminantemente a quedarse en casa; se ha puesto una bata; después de la cena se ha sentado a la mesa iluminada, dispuesto a hacer aquel trabajo o a jugar aquel juego luego de terminado el cual habitualmente uno se va a dormir; cuando afuera el tiempo es tan malo que lo más natural es quedarse en casa; cuando uno ya ha pasado tan largo rato sentado tranquilo a la mesa que irse provocaría el asombro de todos; cuando ya la escalera está oscura y la puerta de calle trancada; y cuando entonces uno, a pesar de todo esto, presa de una repentina desazón, se cambia la bata; aparece en seguida vestido de calle; explica que tiene que salir, y además lo hace después de despedirse rápidamente; cuando uno cree haber dado a entender mayor o menor disgusto de acuerdo con la celeridad con que ha cerrado la casa dando un portazo; cuando en la calle uno se reencuentra, dueño de miembros que responden con una especial movilidad a esta libertad ya inesperada que uno les ha conseguido; cuando mediante esta sola decisión uno siente concentrada en sí toda la capacidad determinativa; cuando uno, otorgando al hecho una mayor importancia que la habitual, se da cuenta de que tiene más fuerza para provocar y soportar el más rápido cambio que necesidad de hacerlo, y cuando uno va así corriendo por las largas calles, entonces uno, por esa noche, se ha separado completamente de su familia, que se va escurriendo hacia la insustancialidad, mientras uno, completamente denso, negro de tan preciso, golpeándose los muslos por detrás, se yergue en su verdadera estatura.
Todo esto se intensifica aún más si a estas altas horas de la noche uno se dirige a casa de un amigo para saber cómo le va.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Chacales y árabes (Franz Kafka)

Acampábamos en el oasis. Los viajeros dormían. Un árabe, alto y blanco, pasó adelante; ya había alimentado a los camellos y se dirigía a acostarse.
Me tiré de espaldas sobre la hierba; quería dormir; no pude conciliar el sueño; el aullido de un chacal a lo lejos me lo impedía; entonces me senté. Y lo que había estado tan lejos, de pronto estuvo cerca. El gruñido de los chacales me rodeó; ojos dorados descoloridos que se encendían y se apagaban; cuerpos esbeltos que se movían ágilmente y en cadencia como bajo un látigo.
Un chacal se me acercó por detrás, pasó bajo mi brazo y se apretó contra mí como si buscara mi calor, luego me encaró y dijo, sus ojos casi en los míos:
-Soy el chacal más viejo de toda la región. Me siento feliz de poder saludarte aquí todavía. Ya casi había abandonado la esperanza, porque te esperábamos desde la eternidad; mi madre te esperaba, y su madre, y todas las madres hasta llegar a la madre de todos los chacales. ¡Créelo!
-Me asombra -dije olvidando alimentar el fuego cuyo humo debía mantener lejos a los chacales-, me asombra mucho lo que dices. Sólo por casualidad vengo del lejano Norte en un viaje muy corto. ¿Qué quieren de mí, chacales?
Y como envalentonados por este discurso quizá demasiado amistoso, los chacales estrecharon el círculo a mi alrededor; todos respiraban con golpes cortos y bufaban.
-Sabemos -empezó el más viejo- que vienes del Norte; en esto precisamente fundamos nuestra esperanza. Allá se encuentra la inteligencia que aquí entre los árabes falta. De este frío orgullo, sabes, no brota ninguna chispa de inteligencia. Matan a los animales, para devorarlos, y desprecian la carroña.
-No hables tan fuerte -le dije-, los árabes están durmiendo cerca de aquí.
-Eres en verdad un extranjero -dijo el chacal-, de lo contrario sabrías que jamás, en toda la historia del mundo, ningún chacal ha temido a un árabe. ¿Por qué deberíamos tenerles miedo? ¿Acaso no es un desgracia suficiente el vivir repudiados en medio de semejante pueblo?
-Es posible -contesté-, puede ser, pero no me permito juzgar cosas que conozco tan poco; debe tratarse de una querella muy antigua, de algo que se lleva en la sangre, entonces concluirá quizá solamente con sangre.
-Eres muy listo -dijo el viejo chacal; y todos empezaron a respirar aún más rápido, jadeantes los pulmones a pesar de estar quietos; un olor amargo que a veces sólo apretando los dientes podía tolerarse salía de sus fauces abiertas-, eres muy listo; lo que dices se corresponde con nuestra antigua doctrina. Tomaremos entonces la sangre de ellos, y la querella habrá terminado.
-¡Oh! -exclamé más brutalmente de lo que hubiera querido- se defenderán, los abatirán en masa con sus escopetas.
-Has entendido mal -dijo-, según la manera de los hombres que ni siquiera en el lejano Norte se pierde. Nosotros no los mataremos. El Nilo no tendría bastante agua para purificarnos. A la simple vista de sus cuerpos con vida escapamos hacia aires más puros, al desierto, que por esta razón se ha vuelto nuestra patria.
Y todos los chacales en torno, a los cuales entre tanto se habían agregado muchos otros venidos de más lejos, hundieron la cabeza entre las extremidades anteriores y se la frotaron con las patas; habríase dicho que querían ocultar una repugnancia tan terrible que yo, de buena gana, con un gran salto hubiese huido del cerco.
-¿Qué piensan hacer entonces? -les pregunté al tiempo que quería incorporarme, pero no pude; dos jóvenes bestias habían mordido la espalda de mi chaqueta y de mi camisa; debí permanecer sentado.
-Llevan la cola de tus ropas -dijo el viejo chacal aclarando en tono serio-, como prueba de respeto.
-¡Que me suelten! -grité, dirigiéndome ya al viejo, ya a los más jóvenes.
-Te soltarán, naturalmente -dijo el viejo-, si tú lo exiges. Pero debes esperar un ratito, porque siguiendo la costumbre han mordido muy hondo y sólo lentamente pueden abrir las mandíbulas. Mientras tanto escucha nuestro ruego.
-No diré que el comportamiento de ustedes me ha predispuesto a ello -contesté.
-No nos hagas pagar nuestra torpeza -dijo, empleando en su ayuda por primera vez el tono lastimero de su voz natural-, somos pobres animales, sólo poseemos nuestra dentadura; para todo lo que queramos hacer, bueno o malo, contamos únicamente con los dientes.
-¿Qué quieres entonces? -pregunté algo aplacado.
-Señor -gritó, y todos los chacales aullaron; a lo lejos me pareció como una melodía-. Señor, tú debes poner fin a la querella que divide el mundo. Tal cual eres, nuestros antepasados te han descrito como el que lo logrará. Es necesario que obtengamos la paz con los árabes; un aire respirable; el horizonte completo limpio de ellos; nunca más el lamento de los carneros que el árabe degüella; todos los animales deben reventar en paz; es preciso que nosotros los vaciemos de su sangre y que limpiemos hasta sus huesos. Limpieza, solamente limpieza queremos -y ahora todos lloraban y sollozaban-, ¿cómo únicamente tú en el mundo puedes soportarlos, tú, de noble corazón y dulces entrañas? Inmundicia es su blancura; inmundicia es su negrura; y horrorosas son sus barbas; ganas da de escupir viendo las comisuras de sus ojos; y cuando alzan los brazos en sus sobacos se abre el infierno. Por eso, oh señor, por eso, oh querido señor, con la ayuda de tus manos todopoderosas, con la ayuda de tus todopoderosas manos, ¡córtales el pescuezo con esta tijera! -Y, a una sacudida de su cabeza, apareció un chacal que traía en uno de sus colmillos una pequeña tijera de sastre cubierta de viejas manchas de herrumbre.
-¡Ah, finalmente apareció la tijera, y ahora basta! -gritó el jefe árabe de nuestra caravana, que se nos había acercado contra el viento y que ahora agitaba su gigantesco látigo. Todos escaparon rápidamente, pero a cierta distancia se detuvieron, estrechamente acurrucados unos contra otros, tan estrecha y rígidamente los numerosos animales, que se los veía como un apretado redil rodeado de fuegos fatuos.
-Así que tú también, señor, has visto y oído este espectáculo -dijo el árabe riendo tan alegremente como la reserva de su tribu lo permitía.
-¿Sabes entonces qué quieren los animales? -pregunté.
-Naturalmente, señor -dijo-, todos lo saben; desde que existen los árabes esta tijera vaga por el desierto, y viajará con nosotros hasta el fin de los tiempos. A todo europeo que pasa le es ofrecida la tijera para la gran obra; cada europeo es precisamente el que les parece el predestinado. Estos animales tienen una esperanza insensata; están locos, locos de verdad. Por esta razón los queremos; son nuestros perros; más lindos que los de ustedes. Mira, reventó un camello esta noche, he dispuesto que lo traigan aquí.
Cuatro portadores llegaron y arrojaron el pesado cadáver delante de nosotros. Apenas tendido en el suelo, ya los chacales alzaron sus voces. Como irresistiblemente atraído por hilos, cada uno se acercó, arrastrando el vientre en la tierra, inseguro. Se habían olvidado de los árabes, habían olvidado el odio; la obliteradora presencia del cadáver reciamente exudante los hechizaba. Ya uno de ellos se colgaba del cuello y con el primer mordisco encontraba la arteria. Como una pequeña bomba rabiosa que quiere apagar a cualquier precio y al mismo tiempo sin éxito un prepotente incendio, cada músculo de su cuerpo zamarreaba y palpitaba en su puesto. Y ya todos se apilaban en igual trabajo, formando como una montaña encima del cadáver.
En aquel momento el jefe restalló el severo látigo a diestra y siniestra. Los chacales alzaron la cabeza, a medias entre la borrachera y el desfallecimiento, vieron a los árabes ante ellos, sintieron el látigo en el hocico, dieron un salto atrás y corrieron un trecho a reculones. Pero la sangre del camello formaba ya un charco, humeaba a lo alto, en muchos lugares el cuerpo estaba desgarrado. No pudieron resistir; otra vez estuvieron allí; otra vez el jefe alzó el látigo; yo retuve su brazo.-Tienes razón, señor -dijo-, dejémoslos en su oficio; por otra parte es tiempo de partir. Ya los has visto. Prodigiosos animales, ¿no es cierto? ¡Y cómo nos odian!

viernes, 19 de noviembre de 2010

Digamos que hablo de mí

Cuando siempre pienso en mi destino,
cuando triste me da por escribir,
cuando quiero hilar siempre muy fino,
digamos que pienso en morir.

Si la vida estuviera llena de colores,
uno escogería para mi,
que no se llene mi ira de fogones,
digamos que no pienso en vivir.

Las nubes ya no saben a fresas,
y las ranas ya no quieren ni salir
de esa charca que esta llena de ginebra,
digamos que no quiero resistir.

Las niñas quieren ser siempre cleopatra,
y las mujeres se olvidan de cumplir,
en el cementerio hay fumatas blancas,
digamos que pienso en morir.

El mal es un ángel luterano,
el bien un demonio a punto de escupir,
hay un santo muy drogado,
digamos que pienso en sufrir.

Cuando la noche venga a devorarme,
no la molestes déjala seguir,
aquí he dormido, aquí quiero morirme.
Digamos que hablo de mí

El comienzo del final.

Ya llegan los cirujanos del dolor en canto abierto
Por los pedregosos caminos de la desesperación
Alardeando del comienzo de lo que es cierto
Descrebrajando las vísceras y algún corazón

Afiladas guadañas para sus macabras operaciones
Las que como bisturís usan sin esterilizar
Buscando a sus turbios enfermos por los rincones
Con carcajadas osadas y sin para de aullar

Cirujanos con capa negra, áspera y medrosa
Con finos dedos enhuesados y quebrados
Andan por las habitaciones con voz jocosa
Sin ojos ni lengua ni órganos alados

Ya que la hora ha llegado en triste enfermedad
Por lo bueno o lo malo de una vida ya pasada
Ahora mientras hablas a solas con tu soledad
Ves como hay una mente triste y cansada

La voz del cirujano duerme tu viejo sentir
Mientras con pena luchas por aguantar
Un minuto más en el que poder vivir
Minuto en el que el cirujano te hará llorar

Despiertas en tierra labriega donde los cultivos
Nacen en cenizas y de sangre son los riegos
Donde siempre es verano y solo hay cautivos
Donde por el mal vivir acabaste mudo y ciego.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El Soldado.

Anduvo por el frío luterano
El noble y valiente soldado
Más altivo y pagano
Menos noble y dorado

Mil batallas pasadas
Las que libro por España
Negras noches mojadas
Con afilada guadaña

Al regreso de su hazaña
Noble dama le espera
Aunque casada, lo extraña
En invierno y primavera

Un encargo a su regreso
A alguien le encargan matar
A los días llevanselo preso
Sin su cometido acabar

La iglesia deja en libertad
Con castigo divino
Pero sigue su realidad
Sin trazar destino.

De camino a por su amada
Abriole la puerta el rey
Asiente con frente agachada
Sin miedo pero con ley

Capitán solitario y valiente
Al frente lo han de mandar
A dar su vida sonriente
Entre la tierra y el mar

Ojos

Ojos rotos y pasivos
Rojos y apagados
Inertes, lascivos
No miran, no
No giran, no
Ojos desquiciados
Pupilas disidentes
Apagados y tímidos
No miran, no
Iris borracho
Tristes ojos
Incandescentes y pesados
Atrapados y mudos
Ojos sordos y vagos
No miran, no
No hablan, no
Ojos dormidos
Quebrados y cobardes
Gélidos ojos indignos
No miran, no
Ojos que habitan mi mente
Los conozco
Los rechazo y maldigo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

JIM MORRISON

Estoy perturbado
Inconmensurablemente
Por tus ojos
Estoy herido
Por la pluma
De tu suave
Réplica
El sonido del vidrio
Habla de un rápido
Desdén
Y oculta
Lo que tus ojos pelean
Por explicar.


____________________
I am troubled
Immeasurably
By your eyes
I am struck
By the feather
Of your soft
Reply
The sound of glass
Speaks quick
Disdain
And conceals
What your eyes

martes, 16 de noviembre de 2010

Llueve.

Llueve,
En el desierto de la clarividad
Donde muere el sol
Donde reina la oscuridad
Llueve,
Tragan la luz las dunas
Llenas de recuerdos
Trágicos y medrosos
Llueve,
Gotas de nostalgia
Inundan los oasis
Secos de deseos
Llueve,
Gotas grises y delgadas
Trasparentes y fugaces
Como estrellas en el día
Llueve,
Que no te moje la lluvia
Pues de recuerdos te inunda
Tristes y mugrientos
Como la vida misma

Buitres. (Franz Kafka)

Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.
Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.
-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.
-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.
-¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?
-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?
- No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.
-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Viaje al Infierno.

Enjambres sombríos llenos de frío
Concentran amargos sabores sangrientos
Y escapan al embarrado abismo del limbo
Demacrado aturdido y sin aliento

Macabros festines en tierras infértiles
Destapan el día agonizante y pueril
Simientes sembradas a capa y espada
Por cadáveres mutilados y un gusano gentil

La parca despierta empapada en su vomito
Mientras las almas perdidas cavan su tumba
Esperando su entierro con emborrachada ironía
Pues oyen llegar al verdugo a ritmo de rumba

Después de acabados los sarnosos agujeros
Pasan el rato comiendo sus tripas meadas
Pues el hedor les aturde y confunde en exceso
Y en el infierno se las engullen a patadas

Escrito de sangre

Hoy tus palabras son cuchillas
Frases susurradas con malicia
Versos que se clavan como astillas
Poemas con mucha justicia

Frases afiladas como hoces
A falta de martillos
No pones comas si no coces
Y los acentos son ladrillos

Palabras llenas de espinas
Tiernos versos guillotinescos
Estrofas de pinceladas realistas

Palabras como putas en las esquinas
Sonetos iracundos y grotescos
Poetas ripiosos y modernistas

Fugaz

Fugaz, tu cuerpo no veo,
Opaca es tu mirada,
Te creo,
Mientes asustada

Te creo,
Mientes por doquier
Me golpeas como a cincel

Te vas, no te escucho
Pájaros mudos
Te creo.

Dedos crudos
Ya no te creo,
Carcelero y reo,
Pies como felpudos.

¿Que hay fuera?

Ahí fuera hay vida
Fragmentos de dulzura
Mi noche esculpida
Y ápices de ternura

Trocitos de esperanza
Restos de pasión
Moléculas de añoranza
Todo lleno de emoción

Todo esta ahí fuera
Y lucho por buscar
Una mascara carnavalera
Para mi cara tapar

Me separa una puerta
De esa frustrada felicidad,
La guarda una tuerta
Que escapo de la oscuridad

La puerta no cruzare
¡Me sujetan! ¡me sujetan!
Aquí me hundiré
Donde mis escritos vetan.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Buscando mi libertad.

Por un mar sin agua navegue
hacia mi sangrienta libertad
a mirar hacia atrás me negué
y avance con serenidad

Se me antojaba lejana mi misión
pero en el intento no podía fracasar
pues me jugaba mi humillación
y eso me hacia no cesar

A lo lejos tierra divise
vacía y macabra estaba
pero en ella me adentre
y mi libertad no encontraba

No estaban los libertadores
de esos que tanto me hablaron
solo encontré despiadados horrores
que a mí con firmeza se amarraron

Años pase en la tierra prometida
adentrado en una selva ensangrentada
solo esperaba mi ansiada partida
con mi libertad ya devorada

Ahora se que de aquí no escapare
solo me queda vivir con resignación
esta vida nunca entenderé
y la libertad estará en mi imaginación.

Jugos

Verdes jugos intermitentes
Amargos e inertes líquidos
Exportados del vil cuerpo
De un afanado mediocre

Chorreosos vertidos pálidos
Subyacentes humedales secos
Emanando del riego cautivo
Del somnoliento becerril

Empapada mi frialdad ciega
Aun de secano su estirpe
Convertida en limos vagos
Sigue mojada mi mente

sábado, 13 de noviembre de 2010

Alma en pena.

Entre el polvo de la arena
Divise un resplandor
Atado con una cadena
Y con alaridos de dolor

Era mi alma dolida
La que agonizaba
Con una lagrima esculpida
Y con sonrisa trabada

Arrastrando condena
Ensangrentada y sedienta
Sumergida en triste pena
Alma pálida y sangrienta

Fiel reflejo aturdido
Ojos de pena invadidos
Muerte que ha preferido
Como la de mil bandidos

Alma vagando solitaria
Por errores sin castigo
Cantando una plegaria
De la que no me desdigo

Muerta y vapuleada
Así esta ella hoy
Sola y desencantada
De ella siempre soy

PETALOS (Gracias Barricada por hacer recordar)

Cómo duele Madrid esta noche, como lloran las estrellas
Cómo la lluvia se hace sangre, en la prisión de las Ventas
Cómo en la tapia del cementerio las balas dejan su huella
Cómo los actos de venganza hacen la noche más espesa
Ya no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el viento
Ya no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo
Cómo muere Madrid estos años enterrada en el olvido
Cómo hubo que tragar ocultando lo vivido
Cómo jugaban a cazadores Franco y sus asesinos
Cómo un camión "destartalao" las llevó a su destino
Ya no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el viento
Ya no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo
Sólo se escuchaban respiraciones aceleradas
y el caminar marcial de quienes las custodiaban
Ruido metálico de fusiles y correajes
y el corazón desbocado desde el pecho hasta las sienes
Orden de detenerse y de repente darse cuenta
que ya no hay abrazo de despedida
Morirán solas, a escasa distancia de las fosas que las van a cobijar
Ya no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el viento
Ya no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo
Ya no se puede su aroma cortar...porque los pétalos besaron el viento
Ya no se puede su lucha olvidar...porque sus nombres recorren el tiempo

Articulo escrito por Paco Cuenca, publicado en la revista de APAEX ELCHE.

Veinticinco años después…
Quisiera retroceder a aquellos maravillosos años ochenta, más concretamente a 1985, y ahora veréis por qué. En los ochenta, cuando todavía quedaba algo de conciencia, donde había algo que de verdad merecía la pena, algo llamado Música… Años en que había más que músicos y cantantes.
Por entonces, Estados Unidos daba lo mejor que tenía: un grupo de artistas que hacía temblar el globo terráqueo con sus incombustibles melodías y abrumadoras voces; un tipo de gente elegida, personas tocadas por la maravillosa varita mágica.
En aquella época, a principios de 1985, tomando como referencia un hecho acontecido un año antes en Inglaterra, un grupo de los mejores artistas musicales de USA se une por una causa humanitaria, para intentar erradicar el hambre en África, en concreto, en Etiopía. De ahí, surgen “USA for Africa” y uno de los mejores temas pop, por no decir el mejor, de la historia reciente de la música, “We are the world”, escrito por el fallecido “Rey del Pop” Michael Jackson y Lionel Richie. Esta iniciativa marcó un antes y un después en la historia, vendiendo millones de discos y recaudando más de cuarenta millones de dólares para África.
Después de veinticinco años, todavía hoy sigue siendo un himno de solidaridad. Aunque haya gente que critique a estas estrellas, que seguramente posean mucho más de lo que tengamos muchos de nosotros alguna vez, nunca dejará de ser uno de los actos más bondadosos que pudieran darse. Para mí, algo que magnifica a estos astros de la música, más aún cuando es difícil que hechos de este tipo se repitan por quienes hoy se hacen llamar músicos o cantantes.
Desde estas letras, sólo quiero, veinticinco años después, agradecer la humanidad de estas estrellas, además de decir que tras escuchar y ver tantas veces “We are de world”, todavía hoy se me escapan lágrimas de melancolía.
Gracias por todo.
Paco Cuenca

Cuando los cimientos comienzan a romper (creado por Jorge Lopez Aviles)

Construir y mantener la estructura,
es un reto que perdura,
hasta el fin de la cordura,
y el agua deje de ser pura.
construir es cosa de todos,
cuando pocos somos,
mas esfuerzo hacemos,
pero no con otros, sino con nosotros.
Dios no existe, por lo tanto eso no ayuda,
el trabajo si que existe, pero de nada sirve si eres explotado,
pues todo resiste hasta que pedimos que venga Buda,
y deja de ser algo de gran calado.
Entre el fango nado y acabo ahogado.
la estructura comienza a caer, de nuevo a empezar,
aprendo de la caida, pero ya sin recaida,
de nuevo la vida a comenzar.

Despertando en una pesadilla

Calles desencajadas
Muertos en las aceras
Putas engordadas
Manzanos con peras

Montañas arrasadas
Mares muertos
Adolescentes desvirgadas
Borbones tuertos

Putos capitalistas
Nos tienen como presos
Hoy todos feministas
Dame mil besos

Televisión que da asco
Que cierren la cope
Que no critiquen al vasco
Antifascista a tope

Vaya mierda de mundo
El que yo me he creado
Un odiar tan profundo
Mis ojos he cerrado.

Poeta ripioso

Poeta ripioso
Quema su epistolario,
Hoy medroso
Paginas en el diario,

Contempla el orto tardío
Poeta con letras en luto,
Poesía llena de frió
Él siendo irresoluto,

Quema la pluma en los dedos,
Hojas desgastadas
Hospiciano charnego
Y tapas doradas,

Poeta en la lejanía,
Lejos de esta,
Odia las letanías,
Poesía funesta,

Más no escribe
Sin cierto devaneo,
Más no vive
Sin aparente tambaleo.

Cuando fuimos niños.

Donde están los sueños mas dorados
Donde están los versos susurrados
Encuéntrame buscando las caricas
Buscando esos sueños y sus delicias

Donde fue a parar la inocencia
Por que se perdió ya la impaciencia
De niños rudos trashumantes
De esos locos felices tan amantes

Gritare esperando el eco de mi voz
Y cuando el viento me corte como una hoz
Pensare que ya se fue mi escasez
Que perdí mi bondad y mi niñez

Deseo alguna vez podar mi madurez
Pues ya siempre después llega la vejez
Quisiera recordarme vagando por caminos
Entre piedras, insectos y pinos.

Aracnidas

El deshielo de mi corazón
Inunda mis entrañas
Que desgastadas de dolor
Inseminan telarañas

Se crían las arácnidas
Que viajan a mi cabeza
Diciéndome que me pierdo
Agrandando mi pobreza

Estos fuertes síntomas
Me aferran al despecho
Sin conocer mis pensamientos
Y sin saber de mí que he hecho.

El viaje.

Los paisajes de mi destino
Sombríos me acontecen
Giran como rueda de molino
Mientras no me pertenecen

En ellos duerme la parca
Con frágil sueño secreto
Esperando que llegue la barca
Para llevarme por decreto

Me aferrare a ella silencioso
Pues no me queda tiempo
Ni lugar tan vacío y hermoso.