Hoy tus ojos se han clavado
en un pecho ya vacío
y las lagrimas que has llorado
ahora corren por el rio.

Tantas veces has querido
ser un hombre afortunado,
pero hoy ya has perdido
más de lo que has amado.

Dos personas que se quieren
no se pueden nunca atar,
pues las cadenas hieren
cuando no las sabes cortar.

Hoy tu pecho yace inerte
más vacío y sin latido
que a tu corazón despierte
en este mundo sin sentido.

Vi llorar en la noche cerrada
al más alegre de los hombres,
su mirada era tan helada
y sus suspiros tan pobres.

Sus cicatrices me contaban
del cansancio que padecía,
de como sus pies soportaban
la tristeza después de la alegría.

El murmullo de su pecho
envilecía a las estrellas,
que en sitio tan estrecho
dejaron de ser bellas.

Y de aquel vacío atronador
hizo su corazón tintero,
para escribir sin ningún color
un apagado "te quiero".

Eran casi imperceptibles
camuflados bajo el sol,
allí donde tan susceptibles
perdieron todo control.
Generaron un caos absoluto
dentro de la casa de Noé,
el más vil y astuto
de los asesinos que cree.
Revolicaron el armario
donde nada más encontraron,
el emborronado diario
de a los que anoche perdonaron.
Después de vencido el hurto
marcharon en astuta procesión,
así tan despacito y a gusto,
sin absoluta indecisión.

A la sombra de un reflejo
espero a tu inocencia,
mientras dentro del espejo
se reserva mi impaciencia.
Con tu piel de caramelo
de metálico metal,
endulzando el gris cielo
y su lluvia de coral.
Tus poros humeantes
embriagan el averno,
con satanás y sus errantes
deseando ver el invierno.
Tu pelo enmarañado
de raíz plateada,
con él has engañado
a la voz más delicada.
Azahares y jilgueros
juegan al amor,
siempre por tus fueros
implorando al redentor.
Rosas y claveles
enraizados en tu pecho,
al sonar de cascabeles
que no alcanzan a tu techo.
Entre montañas y mares
existen tus locuras,
mientras en otros lugares
se entrelazan mil corduras.
Ahora que cierras tus ojitos
y te despides con un adiós,
tus suspiros pequeñitos
ya no buscan ningún Dios.

En lo alto del cielo azul
entre nubes de algodón,
da sombra un abedul
que cautivó mi corazón.

En él descansa mi alma,
cosida con seda dorada
siempre a mi sincera calma,
hoy más bella que nada.

Alma que fue errante
por mundos de penumbra,
en un camino anhelante
donde ya nada alumbra.

Ay! pero sepan todos
que rendirse no sabía,
no caería en esos lodos
ni de ella los haría.

Esta alma es altiva
es harto valerosa,
es un alma muy viva,
voraz y clamorosa.

Por eso descansa en paz
en lo alto de aquel cielo,
donde el abedul pertinaz
le regala tanto consuelo.

Esta alma es puro amor,
su sonrisa tan sincera
pinta las nubes de color
sin dejar ninguna fuera.

Esta alma señores, es la mía,
la que una vez estuvo herida
pero que con gran gallardía,
encontró su misión en la vida.

❤❤

Aquél que rompe sus cadenas
sin que se partan sus anhelos,
sabrá que por todas sus venas
fluirán todos aquellos consuelos,
que con esa fuerza meteórica
se disiparan de forma fugaz,
mientras de forma metafórica
su cuerpo se construirá pertinaz.

Aquél que rompe sus cadenas
para continuar hoy respirando,
desterrará con rabia sus penas
mientras sigue caminando,
siempre armado de una sonrisa
que será su única y fiel arma,
en un mundo tan lleno de prisa
donde cualquier dolor alarma.

Ya por fin del yugo desterrado
ahora deberá volar con sus alas,
en un mundo de harto apresurado
donde muchas palabras son balas,
pero con su fuerza ya desatada
la batalla se vuelve equitativa,
mucho más liviana y entonada,
más apetecible y atractiva.

❤❤

Carne de cañón, salto mortal,
dos pasos a la izquierda,
prospero paseo matinal.

Disimulo encabronado,
rey de copas en mi salón
y un beso encasquillado.

Cenefa sonrojada,
braguitas de celofán
y un polvo en el sofá.

Viajero errante,
callejero en Madrid,
y enamorado en París.

Deslenguado metafórico,
humano en marte,
vomitador de palabras
con cierto arte.

Era allá por primavera,
días de vino y rosas
que cambiaron las cosas,
de una vez y a la primera.

De su interior surgió
con gran fuerza y valor,
aquel gran resplandor
que su vida iluminó.

Así fue que su razón
antes sin ninguna prisa,
se empapó de esa sonrisa
que esbozó su corazón.

Y al tiempo ya pasado
vive sereno y en paz
con un espíritu audaz
que al dolor ha derrotado.