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sábado, 15 de enero de 2022

Le puso rejas a sus ojos

y su alma llena de despojos

quiso dejar de respirar,

de sentir y alumbrar.


Más sus latidos resistían,

pues le gritaban a la vida

que de él no se irían

hasta curar su herida.


Y así cayeron los hierros

que forjaron aquellos destierros,

donde en carcelaria habitación

recuperaron su brillante emoción.

Fuego horizontal bate tormentas

de aire ácido, mientras, me cuentas

desilusiones de una vida vacía

entres mil noches y un solo día.


Llega el frío seco e invernal

traído desde el más lejano e infernal

lugar, envejecido y rojizo, ensangrentado

por envestidas del amor más osado.


Y por enemigo el mismísimo placer

que sin querer saber que hacer

circula tan calentito por las venas

queriendo declinar el viaje a las penas

que rondan por una cabeza pasajera,

rota y dormida pero consejera

de un corazón herido 

del que aún sigue cosido

un pequeño latir.


Dejemos el camino para descansar

los pies hinchados de no saber amar

y recojamos los granitos

de quien antes adonis, ahora son mitos.


Hoy aprendamos a despedirnos

sin dejar nunca de subirnos

a las alturas del abismo

que nos hace ser uno mismo.