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jueves, 5 de noviembre de 2015

Que difícil ahuyentar el miedo
que se va y retorna ensanchado
con aroma a derrota y dolor
más fiero y mucho menos redentor.

De tal manera esa derrota se vuelve empírica
y aprendes a reconocer el fracaso
ese que casi nunca acaba con el ocaso
es más, se vuelve infinito, frio y maldito.

Una vez amigo del dolor y la derrota
todavía nada en el camino es sencillo
pues debes revertir las baldosas del destino
pues recrearse en ello puede ser de idiotas.

Se vuelve tan draconiana la forma de pensar
de creer que todo por arte de magia cambiara
que en su más incisiva forma estructural
se derrumba su magnífica forma de girar.

Girar hacia el horizonte de la felicidad
es una forma de pausarse en el fracaso
creyendo que ya nada será del todo igual
que aunque buenas vendrán, te la darás

Por eso es mejor dejarse llevar
y en ese tu impío y plúmbeo pasear
saber con cierta certeza y sobriedad
que de la derrota y el dolor mamaras.