Vistas de página en total

martes, 23 de abril de 2013

Amén del tiempo que mata...

Pasó lo que dijimos que no pasaría,
nos perdimos al rezo de una letanía
que juntos dijimos no recitar,
pero el tiempo no entiende de alegrías
pues no hay mayor ficción
que esperar a que el tiempo no traicione,
que no nos acongoje lentamente
mientras nos marchita el cerebro
engullendo nuestras promesas,
mientras se hace tan candente
nuestra falta de entereza.

Y es por ello que ahora estoy así,
pendiendo del fino hilo
que hace que me vea solo,
solo y frágil, casi roto,
como dentro de poco estará el hilo
y cuando eso suceda,
cuando el hilo parta
mi caída al vacío será agónica,
agónica en infinita, tenue,
macabra caída sin aliento ni suspiro
y durante esa caída pensare.
Pensare y pensare acurrucándome
mientras caigo para intentarlo,
intentar coger el sueño
que me haga no ver mis errores.
Pero no, no podré coger el sueño
pues de eso trata el tiempo
de no dejarte escapar de tus errores.

Seguiré cayendo al vació rodeado,
si! rodeado de paredes que marcan
mi espantosa vida de olvidos,
olvidos imperdonables,
de traiciones, de desencuentros,
de drogas y alcohol,
de una vida vivida en exceso
de la que nunca fui preso
hasta que llego el momento
y se presento mi carcelero,
El tiempo.