De su pecho de cristal
siempre a pleno pulmón,
emana descomunal
la sangre del corazón.
Mas ella riega los caminos
que muchos han de pisar
encontrando en esos divinos,
pasitos para volar.
Y a pecho descubierto
así habrá de avanzar,
por un paraje incierto
que de amor lo va a colmar.
No hay fin en este viaje
ni lugar donde esconderse,
mas con su alma de equipaje
no temerá nunca perderse.
Ya solo queda vivir
mirando al horizonte,
cuidarse y seguir
sin que la vida se desmonte.
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