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martes, 10 de septiembre de 2013

Letras al aire.

I

Me desvivo en la relatividad
de esta mi constante irracional
y descubro el algoritmo
de mi inteligencia emocional.

II

En el vuelo subterráneo de mi culpa,
viaja mi cabeza fría y serena
mientras danzan mis pestañas
entre espuma y arena.

III

Cruzaron los páramos baldíos
heridos de hambre, heridos de miedo,
casi rotos
y en los confines del espesor de sus dolores,
sentenciaron sus afectos
arraigados a la libertad luchada
y sintieron un orgullo
que jamás olvidarían.

IV

Lo que deba ser será
y por imaginación llegará el viento
que arrastre el yugo que te atrapa entre tus cortos años
y al abrir los ojos verás como el mundo sigue girando
en un diminuto universo
rodeado de versos tan imperfectos
que suenan a remilgada cascada de sangre hirviendo.

V

y cuando tu cuerpo pluscuamperfecto
se hizo verbo descubrí la muda ortografía
que describían tus caricias en mi cuerpo
sediento y olvidado.

VI

Emergen mis dedos de tu cabello
cual Alejandrinos enlutados
y se clavan en tu pupila,
disparando sonetos impíos,
tus párpados ripiosos me alejan y ríen,
me acercan y lloran, me alejan...
Y mueren.

VII

Maldita la hipérbole que desgasto mi corazón
transformándolo en la onomatopeya
que quiso conquistar el azul
de un cielo mellado y seco.

VIII

Y cuando parta en aquel mi último viaje,
cederé mi último recuerdo
al sonido silencioso de las noches
que ahogado en las lágrimas celestes de mi soledad
me recordaba que mi corazón aún latía.

IX

y cuando ella me encuentre
me dejaré llevar de su mano sin queja alguna,
dejaré que suavemente me adormezca
y sin resentimiento cederé a su aroma,
sólo en ese momento saboreare el filo de su sedante guadaña
y con la paz eterna que me brinde
haré sedosa sabana que me arrope para la eternidad.



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