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miércoles, 28 de mayo de 2014

Cerró sus ojos y con templanza serena se dispuso a sentirse, a escucharse sin juicio alguno, vivió esos momentos con la intensidad que da la necesidad de entender que sucedía en su cuerpo, le abrió el corazón a ese vacío, a esa soledad que le oprimía el pecho y cuando por fin encontró esa conexión entendió que amar la soledad y hacerse amigo de ese vacío era, naturalmente, la decisión que cambiaría su vida, que esas dos emociones son compañeras de viaje a lo largo de toda la vida y que tienes dos opciones o tenerlas como aliadas o que sean fieras enemigas, la segunda opción ya la había probado y el resultado era desolador así que les tendió la mano y se dispuso a aceptarlas con todo el amor del mundo, desde ese momento su vida cambio, convivió amablemente con la soledad y el vacío y esa bonita amistad forjada después del dolor dio como fruto la tranquilidad de entender muchos momentos de la vida.

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