Aquel órdago casi indecente
sostuvo feroz la indecencia
de quien al ser indiferente
nunca pierde su paciencia.
Después la jugada maestra
cerceno aquella posibilidad
que fue a veces tan nuestra
que perdió su amabilidad.
Destronado con cierta fiereza
sostuvo en pie su garganta
y ante tal muestra de entereza
la mantuvo sacrosanta.
Termino la partida despojado
del honor seco y malsonante
y en el intento de ser airado
cayó fugaz y al instante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario