Con tanta prisa en su corazón
nunca llegó a tiempo de querer,
más sin ningún motivo o razón
borró del diccionario la palabra merecer.
Y ella le ofreció su voz angelical
su sonrisa inocente y hermosa
y con su pelo de rojo infernal,
cautivo su mirada más dolorosa.
Entonces, reescribió de nuevo el palabrero
que de su mente fugaz una vez huyó
y adornó la palabra amor con un sombrero,
así, el corazón de la "i", un suspiro murmulló.
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