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sábado, 22 de julio de 2017

Sus lágrimas dibujaban una sonrisa
y reían y reian como si no llevaran prisa,
bajaban por sus mejillas hasta el corazón
para aferrarse a él con fiereza y tesón.
Ellas le cantaban con voz vehemente,
para recordarle al corazón que no existe vida hiriente.
El latido aumentaba con feroz gallardía
pues las lágrimas decían que habría otro día
y aquel latir borro de su vida
todas las macabras y gélidas idas y venidas.
Entonces explotó lleno de luz y compasión,
sólo así, aquel corazón pudo huir de su prisión.

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