Un día despertó
y sin saber cómo ni porque,
había desaparecido.
De repente se encontró
enérgicamente vital,
en un mundo luminoso
despampanante y sideral.
Se puso el traje del amor
y por corbata una sonrisa,
despidiendo al dolor
de la forma más precisa.
Y allí se dispuso a caminar
observando los colores
y empapando sus sentidos
de todos los mágicos olores.
Había superado sus temores,
desterrado los miedos
que antaño fueron temblores
y con su pecho descubierto
de nuevo pudo darse
al mundo despierto.
Para asi poder gritar al viento
que feliz querría ser
en todo su firmamento.
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