El contoneo de la arboleda
al son del aire crispado
me recuerda que la luna sestea
mientras aguardo su llegada sentado
el cielo acaricia los montes
las nubes descansan dormidas
impávidas sobre los pinos
esperando pasen los días
las cigarras me susurran verdades
que yo jamas contaría
pues los pájaros no deben saber
los días que aguardan en vida
pinos verdes sedientos de compañía
tantos años llevan en silencio
desde que dejamos de ser niños
esperando les cuenten un cuento
caminos que llevan a la infancia
esa que en estos campos gastamos
hoy recordamos los días
en los que fuimos inocentes enanos
paso el tiempo y quedan recuerdos
quedan cuerpos mas viejos
quedan lomas quedan hiedros
quedamos hombres de mentes jóvenes
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