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lunes, 16 de marzo de 2015

Cuentan aquellos que lo conocían que ya nunca fue el mismo después de aquella experiencia, ni si quiera parecido, ahora su cuerpo deambulaba frío y solitario por la ciudad, su sonrisa murió y fue enterrada en lo más hondo de su ser, su mirada se perdió en la eternidad y su paso se hizo lento y pesado. Cuentan que era hijo de la demencia y por padre tuvo una sombra invisible, se dice que siempre intento vivir, que su afán por no dejar de respirar lo mantuvo despierto y que una fuerza desmesurada irradiaba de sus poros, pero hoy, incrédulos aquellos que lo conocían, no tienen explicación al ver en que se había convertido.

Después de lo que le sucedió nunca volvió a ser el mismo, su mente quedo ciega, sus labios sellados y su desmesurada fuerza se apagó. Ahora que todos pasan por donde yace inerte y con rostro lloroso, ahora ven su sufrimiento, ahora intuyen que lo llevo a su extinción , pero aun leyendo su rostro se ven totalmente incapaces de comprender cuanto dolor albergaba su cuerpo, nunca lo comprendieron, pues es lógico, porque tenían que estar en ellos, en sus vidas, y no por ello tienen culpa.

Quizás la lógica, su lógica, que yacía con él en su tumba, fuera una lógica distorsionada, pero que le mantuvo en pie hasta que de un golpe feroz esa lógica se volvió locura, se volvió irremediablemente su asesina y es que quizás esa lógica que solo estaba en su cabeza abandono su esencia para devolverle a la realidad, al mundo real y su cuerpo no aguanto, no asimilo que la realidad fuera tan cruel y aún menos encontró razón en ver que su peor enemigo siempre fue él, y ya veis, aquí yace, con rostro lloroso, con palidez dolorosa, pero esa fue su decisión y la puso en práctica.

Y ahora se convertirá en polvo que arrastre el viento y al volverse intangible su cuerpo, al fin, descansara.

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