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lunes, 9 de marzo de 2015

Tristes compañeros fueron en la noche,
enemigos feroces en el día,
amigos de la ira
compartían viaje con el odio.

Él, noble ser portador,
ella, inquilina cegadora
cargaba su peso plomizo y ardiente
intentando derrotarlo ferozmente.

Y derrotado se sentía,
macabramente vencido por su enemiga
que arremetía sin piedad
que masacraba sus pensamientos.

Él esgrimía sus armas,
ella ametrallaba con ironía
vilipendiaba su valía
cercenaba su vigorosa valentía.

Vencido y caído se volvía a levantar,
una y otra vez
ella lo volvía a tumbar,
y de nuevo en pie
se volvía a remendar.


Hasta que un día todo cambió,
el fruto de su lucha dio salida al dolor,
el dolor venció al odio
y el odio frágil huyo,
desde entonces ríe sereno
firme y lleno de amor,
se mira, se quiere, se da calor,
se siente orgulloso de haber decapitado
a su enemiga...
la maldita depresión.

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