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sábado, 2 de julio de 2016

Siempre a contracorriente
guiado por su corazón,
así venció lo establecido
y se formó como un ciclón
para arrasar con los fantasmas
que le guardaban en el cajón.

A contracorriente vivió
venciendo creencias
que alguien le inculcó
y sólo oyendo el latir
de su corazón
pudo despojarse,
afrontar y alejarse
de quién imponía su razón.

No se forjó en hierro
ni su ser se endureció,
su alma se hizo de seda
y así su amor floreció,
porque el dolor no cambiaría
esa alma que siempre sonreía
llena de bondad.

Es la vida que él elegiría
a la que se dio sin juicio alguno,
decidió vivir a pecho descubierto
pues fue su naturaleza
y no hay mayor destreza
que dar la vida al amor.

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