Fuego horizontal bate tormentas
de aire ácido, mientras, me cuentas
desilusiones de una vida vacía
entres mil noches y un solo día.
Llega el frío seco e invernal
traído desde el más lejano e infernal
lugar, envejecido y rojizo, ensangrentado
por envestidas del amor más osado.
Y por enemigo el mismísimo placer
que sin querer saber que hacer
circula tan calentito por las venas
queriendo declinar el viaje a las penas
que rondan por una cabeza pasajera,
rota y dormida pero consejera
de un corazón herido
del que aún sigue cosido
un pequeño latir.
Dejemos el camino para descansar
los pies hinchados de no saber amar
y recojamos los granitos
de quien antes adonis, ahora son mitos.
Hoy aprendamos a despedirnos
sin dejar nunca de subirnos
a las alturas del abismo
que nos hace ser uno mismo.
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