Son los alaridos del deseo
los que parten del subsuelo
y embriagados desdibujan
el rechineo del consuelo
voces candentes que cantonean
al ritmo de una triste letanía
festejada por una circense familia
que diviso a lucifer en su lejanía
invitaron al silencio mudo
que ciego trajo la parca
en un macabro y vil viaje
que por aire vino en barca
desquebrajados en el vago averno
danzan los hipnóticos cascabeles
que de sus fríos huesos emanan
en degollantes y dantescos carnavales
y es por ello que en los campos
siembran tripas podridas
esperando el innato fruto
del cual harán su exquisita comida.
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