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miércoles, 8 de junio de 2016

Su corazón, músculo indomable
se descose y se remienda
y con su cicatriz imborrable
al amor de nuevo se encomienda.

Nunca supo vivir de otra manera
sólo supo darse al ser humano
y aún golpeado por cualquiera,
siempre tendía su otra mano.

Muchas heridas hubo de recibir,
hoy cicatrices que le adornan
¿más que es la vida si no sufrir?
y abrir las puertas que se entornan.

Y nunca perdió esa sonrisa,
nunca renunció al amor
que siempre regala la brisa,
antídoto vital para todo dolor.

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