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sábado, 25 de mayo de 2019

Aquel verano de furia y fuego
dio entrada al otoño guerrero,
que devino en un hasta luego
dando paso al invierno torero.
De un suspiro heló su infierno
enmudeciendo al mismo lucifer,
hoy un demonio tan tierno
que quisiera volver a mal nacer.
El averno pintado de blanco
dejó de ser morada bucólica
y sentado en un candente banco
fingía una dulce mirada apostólica.
Llegada la celestial primavera
cerró sus puertas al gentío,
que de mal vivir y a la primera
llegaban al infierno muertos de frío.

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