Bajó del tren en aquella solitaria estación, el reloj
marcaba las doce, era una fría mañana de diciembre, allí de pie en aquel andén
debería elegir la dirección a tomar, sin tiempo de reflexión sabía que se la
jugaba a una sola carta, esa decisión marcaría su vida, tomar la salida hacia
una vida políticamente correcta o ir hacia la salida del desordenamiento
emocional y la rareza del ser, miro con serenidad los dos lados, esas dos
únicas salidas posibles y en un acto de valentía decidió ir de frente y no aceptar
ninguna de esas dos salidas impuestas obligatoriamente... han pasado muchos
años ya y se dice por ahí que vive feliz, lleno de paz y amor, sereno y cabal.
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