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lunes, 19 de enero de 2015

Vive en estado de pesadumbre, la necesidad como compañera leal, pues su sentimiento de soledad sentimental aumenta día a día y más necesidad, mas angustia, todo aquello regado de un macabro miedo, un miedo visceral que se agranda sin mesura.
Reflexiona en completa oscuridad y sepulcral silencio, como nunca lo hizo, pues siempre huyo de eso, nunca se dejó visitar por el silencio y hoy lo dejo pasar y sin preámbulos el silencio le retorció el estómago, ese silencio le contó con voz susurrante que la verdadera necesidad era la necesidad de quererse, amarse sin condiciones, de aceptarse con su pasado y su presente, dejar de culparse, el silencio le hablo con firmeza y crueldad y él lo entendió, vaya si lo entendió, como no entender algo mientras te retuercen el estómago, aun así sabiendo que el silencio traía la respuesta acertada siguió alimentando esa necesidad y dando cobijo al miedo y más dolor todavía más llanto ensangrentado cuando pensaba que aun sabiendo la respuesta a sus emociones, todavía luchaban sus impolutos pensamientos, luchaban por no dejar la que durante tantos años fue su casa.
En aquel duro tiempo que le tocaba pasar comprendió firmemente que lo único que no debería hacer era dejar de luchar, luchar hasta la victoria final, que como era normal en su estado, parecía tan lejana.

Claro está que nunca perdió la esperanza, nunca se rindió, cae y se vuelve a levantar porque él sabía que la lucha que se pierde es la que se abandona y por eso nunca abandono, nunca abandona, porque sabe que en esta historia habrá una victoria final.

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