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viernes, 10 de abril de 2015

Envalentonados atacaron a una sola voz,
fue en esa dramática y feroz sinergia
cuando a golpe de ensangrentada hoz
mataron falazmente su paciencia.

Eran el astuto miedo y la soledad
el miedo guiaba con mano de hierro
la soledad obedecía sin piedad,
todo para llevar a cabo tal destierro.

De repente surgió un grito gallardo
y detrás un salto de puro valeroso,
entre las sombras aquel cuerpo bizarro
cargado de vigor y firmemente orgulloso.

El miedo y la soledad llamaron al dolor
para así combatir en singular igualdad,
mas aquel hombre ya no se doblegaba al temor
y combatió de por vida con divina dignidad.

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