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sábado, 28 de noviembre de 2020

La mordacidad, a veces tosca,
a veces, -las más-, lírica,
en cualquier caso mordacidad;
no apta para egos voluptuosos
de los que andan de juez y parte
y que, como no, con gran arte,
se desvalijan sin cansarse.
No obstante la mordacidad
es sin duda, interpretativa,
y aun cuando es repetitiva
solo lleva una dirección,
aún se empeñen los diestros en derecho
en darle reinterpretación.
La mordacidad en la pluma hoy,
es un reflejo de lo que el corto de miras,
es incapaz de descifrar,
y al no entender, siempre arranca a ladrar.
De jueces el mundo está lleno,
pero de mordaces se escasea
y si es por falta de cultura, que sea,
la más aberrante de la tristeza
no saber en la destreza,
que el juez necesita oposición
y el mordaz lo es por decisión.

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