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sábado, 28 de noviembre de 2020

Me cuentan tus pupilas
rodeadas de mil mares,
que pasaste por vidas
de tantos lugares.
En ninguno de ellos
hiciste hogar tuyo,
pues si no había destellos
te ensordecía el murmullo.
Desentonaste en el norte,
al sur, huiste cegada
y siempre con aquel porte
dabas otra patada.
Ansiado fue hacer hogar
sin mentiras ni excesos
y encontraste aquel lugar
donde te pagaban con besos.
Lo llamaste mi casa
adornaste sus paredes
y ahora quien pasa,
siempre cae en sus redes.
Con esto pusiste final
a esa vida tan errante
y de forma natural
vino esa paz constante.

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