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sábado, 28 de noviembre de 2020

Yo que quise ser piedra
siempre fui seda,
frágil cristal
y al querer ser montaña,
en suave arena me convertí.
Pretendía ser junco
y quebradiza rama fui,
hoja seca de otoño
que el viento resquebraja
con piedad serena.
Yo que quise endurecerme
en simple barro húmedo acabe,
en un invierno lluvioso,
desvalido y temeroso
que no pudo sobrevivir.
La dureza no fue mi virtud,
más la tierna piel me cubrió
cuando quise darme cuenta
de que lo más frágil de mí,
era mi cicatrizado corazón.

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