Reflejo casi cegado
de su corazón palpitante,
al compás del más dorado
del arpegio trepidante.
Así, de sus venas brotan
si bemoles embriagadores,
que sin querer azotan
a todos sus perseguidores.
La sordera es una excusa
para aquel que le atropella,
pues como buena montaña rusa
su vida, gira entorno a una estrella.
Su mente es un gran carrusel
lleno de corcheas ardientes
donde solamente puede él,
oír las canciones más rugientes.
Y ahora que ya se ofrece al mundo
incluso con sus lágrimas de cristal,
habrán de saber que en lo profundo
se encuentra su melodía magistral.
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